Ser un portavoz significa tener la autoridad y la aprobación para representar a un grupo o a una colectividad y hablar en su nombre, por lo tanto, un portavoz cuenta con la confianza de su representado para actuar en su nombre, en pocas palabra que sea su otro yo.
Es llevar la voz de alguien.
En nuestra sociedad con frecuencia interactuamos con portavoces, con personas que hablan por otras, que representan a otras o que actúan por otras. Un manager recibe los premios de su artista cuando él no está y expresa lo que él hubiera querido decir, un abogado emite un argumento o una decisión cuando su apoderado lo contrata para eso, o un padre responde y habla en nombre de su hijo, en fin, los portavoces constantemente en nuestro entorno.
Pero lo curioso de un portavoz es que no es cuestionado, nunca se pone el tela de juicio la veracidad de lo que hace o dice.
Nada más cierto que un portavoz.
De quien seríamos portavoces? Sería una pregunta válida y necesaria en la vida, pues nos refleja de quien somos confiables, y de quien merecemos esa responsabilidad.
Vivimos en un mundo lleno de personas, cosas y momentos que, muchas veces, merecen ser representados con verdad, altura y honor.